miércoles, 12 de marzo de 2014

Y por eso te dejé


Aquí está, o aquí estaría  lo que quedó de la rama que hicimos para el concurso en diciembre del 2011. Pero ahora se encuentra en la basura, como todo lo que me diste en un año y tres meses de relación.
Así nos conocimos, yo estaba loca por alguien más, ese “alguien más” al que le daba pena que nos vieran juntos en público, pero me besaba en privado. Ese “alguien más” que me decía que tan pronto como se diera la ocasión seríamos novios oficiales y le publicaba, al mismo tiempo, corazones a otra chica. Pero esa es otra historia… también lejana y vacía como esta,
Llevaba una blusa negra que tapaba mis kilos de más, grande, ancha y con un gato al frente “I Hate Mondays” decía, pero era sábado.  Utilizaba un gorro gris, un gorro gris que también tiene una historia, a la que algún día le haré justicia. Estaba en un equipo para el concurso de ramas de la increíble y fabulosa “Delfines Marching Band”, con gente que apenas conocía de vista, entre ellos tú, mi Príncipe de Dinamarca. Sostenías la rama entre las manos, la rama que le habían cortado a un árbol detrás de la escuela improvisada y grotescamente; yo le colgaba cosas, listones, esferas, todo lo que tenía a mi alcance. Lo primero que recuerdo haberte dicho fue:
“Nuestra rama está bien culera”
Después me dirías que desde ese momento te enamoraste de mí, lo escuché saliendo de tus labios, “desde ese momento me enamoré de ti”
Pero yo no me enamoré de ti, hasta mucho después.
Hasta que “alguien más” se olvidó por completo de mí y empezó a pasear a la nueva chica frente a todos, como nunca lo hizo conmigo, hasta que mi mamá me convenció el catorce de febrero para salir con “el príncipe de Dinamarca”. Contigo.
 “Date la oportunidad, sal con él, ándale”
Creo que siempre se arrepintió, porque ese fue el final de nuestros días felices.
Fuimos al cine a ver la dama de negro, el estreno de la cartelera, no recuerdo mucho de la película, tampoco recuerdo mucho de la plática, sólo que mencioné a muchos de mis exs y tu también, leí en una revista que eso no se hace en la primera cita, pero aún así lo hicimos. Hacíamos lo que queríamos, como siempre.
Y lo que nunca olvidaré, nunca, nunca, nunca.
“¿de qué color son tus ojos?”
Y entonces te inclinaste para besarme y yo me hice para atrás, había besado a muchos chicos en las salas del cine antes, no tenía por qué tener miedo, pero en ese momento me asusté.  Vi algo en tus ojos, como si el verde agua se convirtiera en hielo y luego se derritiera, todo en un instante.  Te  diste cuenta de mi rechazo y te alejaste, miré para otro lado, recuperé mi valor y te besé.
El resto de la película se escapó entre tus besos y abrazos, entre la forma en que me tomabas de la mano, en el latido de tu corazón que escuché al recargarme en tu pecho.
Aquí estaría el ramo de flores de colores que me regalaste una vez, aquí estaría el disco de Hands All Over y la botella vacía del perfume de mi cumpleaños, la sudadera azul demasiado grande para mí, la sudadera azul que justo ayer le regalé a una mujer en la calle, aquí estarían todo eso. Pero no está, tu ya no estás y yo tampoco.

Sólo algunos recuerdos demasiado vagos como para ordenarlos.
Me pediste que fuera tu novia, me hablaste por el chat un martes ¿o era jueves?  Diciendo que llegara temprano al ensayo, pero llegué tarde, aún así insististe en que diéramos una vuelta, y yo no me negué.  No tenía voz, literal, una infección en la garganta me había dejado ronca, aún así, respondí que sí, que sí quería ser tu novia. La primera vez que salimos después eso, llovía y corríamos entre las casas detrás de la escuela, y nos besábamos, y reíamos, y tocábamos los timbres, y echaba mi cabello hacía atrás y tú me besabas el cuello y decías que me querías.
Aquella otra vez cuando te tomé de la mano terminando un ensayo y corrimos hasta donde la calle hacía una curva y los árboles nos cubrían de los ojos ajenos, ese día nos besamos llenos de ansiedad, sedientos de quien sabe qué, mientras nuestras manos recorrían los cuerpos del otro.
Cuando fuiste tú el que me llevó de la mano, con los ojos llenos de lágrimas, diciendo que eras feliz, feliz, feliz por un sueño que después no se cumplió, porque te fallaron, como te fallé yo.
“Somos una sola persona”
“Somos una sola persona”
“Fuimos una sola persona”

Y luego, las peleas.
Esas peleas de las que nunca he hablado con alguien y nadie excepto tú las conoce. Hasta ahora.
Aquella vez que dije que me gustaba el chico asiático de la película, te lo dije en broma y aún así te molestaste, yo te rogué que me perdonarás y luego te insulté, te insulté hasta que hiciste lo mismo, y luego me fui, te dejé en el cine a la mitad de la película. O aquella otra vez, cuando grité en el puesto de las hamburguesas, ni siquiera sé como empezó, no sé como era que peleábamos tanto, pero lo hacíamos. La vez que terminé contigo, aunque me esperaste durante dos horas, la siguiente vez que terminé contigo porque no me prestabas la atención que quería.. la vez que te grité que dejarás de burlarte de mis amigos, y  fuiste tú quien terminó conmigo. Todas las veces que te llamé pobre, empleaducho, idiota, tonto, todas las veces que te hice sentir que no estabas a mi nivel a propósito; lo siento. Y sobre todo lo siento, que las cosas hayan terminado como terminaron, que yo haya tenido que enamorarme de alguien más para tener el valor de dejarte. 
y esas son las razones por las que te dejé, pinche culero.
Porque no soy igual que tú. Porque incluso cuando te dejé, estaba pensando primero en ti, en lugar de en mí.
Sé que quien eres ahora, ya no es el Príncipe de Dinamarca que me pertenecía, o eso espero.

Una mandarina que habla


5 comentarios:

  1. Maximillion Pegazus12 de marzo de 2014, 19:38

    basura... se encuentra en la basura y aun en tus pensamientos...algo raro para alguien que dice no sentir nada ya que tu blogspot esta totalmente dedicado a ese "príncipe de Dinamarca" y no para tu novio, algo triste ya que deberías dedicar esas palabras y un mejor sentimiento y tiempo para el...pero quizás es porque no has logrado superar a ese "príncipe"...ya que por lo que escribes fue una relación de tortura,dolor,tormento y angustia o quizás es que solo escribes lo que sientes que hará quedar mal a ese "príncipe" aunque no logro entender como una doncella como tu de una clase de refinada élite y clase social por encima de todos se "enamoro" de un pobre empleaducho pero bueno esas cosas pasan...un clásico en televisa...y algo muy curioso y sin intensiones de ofender alguna vez pensaste que "alguien? te tomaría en serio? desde el momento que se ocultaba para estar contigo no lo notaste?...los malos momentos suceden porque nosotros lo permitimos...nunca pensaste en dejar al "príncipe" en el primer mes de esa horrorosa tortura??? o quizás ese "PLEBEYO" no es tal como lo describes... ojala algún día logres superar todo esto y dejarlo en el pasado...algo que se nota es que aun piensas en el o al menos esta presente en tu memoria y no en la basura como lo mencionas al principio de esta bella anécdota....un abrazo! solo es una critica constructiva ya que sin querer llegue a este blog y esta "novela! llamo mi atención,.,.,.,. CRY IS FREE :)

    ResponderEliminar
  2. ¡Mandy! Jamá, nunca, ni en un millón de años me cansaré de leer tus historias que son, pues, perfectamente imperfectas (lo digo así ya que sé que para ti no existe la perfección)
    Tienes un talento que ya quisiera yo poseer; ¡envidia de la buena! Esperé muchísimo está historia y apuesto a que si lacontinuas harías mejor libro que "Y por eso rompimos" (queaunque tu lo odiaste, yo lo amé)
    Sigue así y esperaré ansiosa la siguiente entrada:)

    ResponderEliminar
  3. Hoola Mandy! creí que se había publicado mi comentario aquí, pero parece que no hice clic jaja ups!
    No recuerdo las palabras textuales que use en el comentario, pero se que cuando lo leí me puse tan triste, pero a la vez tan contenta por lo bello que es este texto. Me encantó, y me encanta todavía.
    Amo como escribís!
    Besos, Anabella.
    (Qué pasó con el diseño del concurso?)

    ResponderEliminar