miércoles, 26 de marzo de 2014

Historias...

... de Ofelia Martínez

Sin duda, la soledad se me da bien. Recuerdo que me costó callar lo que sentía. Aunque, lo que nunca he podido lograr es dejar de rodearme de historias. Las historias solo existen en los labios de personas que saben contarlas.
Las malas historias me matan. Derraman una gota de sudor en forma de sangre. Son el signo a la existencia de la estupidez humana. La subestimación del amor, como algo pasajero y efímero; se vuelca hacia mí como una idea aplastante.
Sólo se habla del amor en forma de besos. ¿Dónde queda el infinito? ¡Lo hemos matado! Entre el anhelo de no ser perfectos, ha sido sepultado. Entre el llanto de adolescentes que solo buscan olvidar la soledad; cuando la soledad conlleva al infinito.


¿Dónde queda la pasión? Ha sido sepultada entre los pedazos de las consecuencias. Ahora ¿Cómo llegaré al infinito, si he perdido el vehículo? ¿Qué haré todas las tardes, si mis ojos ya no despiden lágrimas?
¿Qué haré? Morirme, en un vuelco de infelicidad forzada. Ya no podre observar el vuelo de la mariposa con placer. ¡Porque se ha ido la pasión! ¡Mataste al infinito!, porque la perfección te pareció estúpida. No tomaste al hombre como puente, si no como el fin.

Ahora te vuelcas en un piso con techo. Sin poder ver hacia las estrellas, y saber que eres más que un hombre.



******
Este relato, para empezar, no me pertenece, lo escribió una de mis mejores amigas, Ofelia Martínez por petición mía. Quería algo suyo en mi blog. Tenemos estilos, gustos literarios y cabello muy distintos; pero de alguna manera hemos logrado conectarnos. Cada día aprendo más de ella, de la vida y de Nietzsche (y del evangelio, gracias jaja)


Una mandarina que habla 

domingo, 23 de marzo de 2014

Cliché

Érase una vez, hace mucho mucho tiempo, en una ciudad... dígamos, San francisco, Nueva York, París o Londres...


Vivía una joven de 16 años. Su nombre es Cat, Bella, Charlotte o Min y  ella es... sí, ella es diferente, está sola con su madre, le gusta leer libros y ver cine de arte. No es una adolescente típica, es más, estoy segura que ni siquiera se considera a sí misma como adolescente; quizá como chica difícil.


Es su primera semana de clases y mientras se encuentra en el salón de Historia, Biología, Trigonometría o cualquier otra materia que odia, aparece ÉL. 



Él, un joven apuesto, de sonrisa torcida y de nariz aguileña, una mochila al hombro y porte desgarbado, lleva, probablemente, un cigarro en la boca, pero no porque fume, sino como metáfora. Se sienta a un lado de nuestra Ella, quien ya lo detesta. (Aunque todas las demás chicas lo amen)


Después de unas páginas.. (inserte aquí: hombres lobo, vampiros, ángeles caídos, cazadores, reencarnación, cáncer, diálogos "ingeniosos", mejores amigos en la friendzone, referencias a libros -preferentemente Romeo y Julieta- o a películas indie)


...El final, the grand finale Él y ella se enamoran, para Él, ella es tan única y especial que no puede dejar pasar esta oportunidad, lo hace sentir diferente... para Ella, él es frío, incluso muchas veces esquivo por su pasado doloroso, pero en el fondo es tierno, dulce y protector.



(o quizá, dependiendo del grado de maldad del autor, no terminan juntos, aquí uno puede dejar volar la imaginación.. ¡pero no tanto! -muerte, cambio de ciudad, infidelidad o diferencia de especie, están admitidas-)

                                                                                                                 una mandarina que habla



miércoles, 19 de marzo de 2014

with ordinary love...

Me gusta correr.  Bueno, en realidad no siempre me gusta correr, mi papá siempre dice que no sé como hacerlo bien y lo más probable es que tenga razón. Una vez vi en la calle a un señor que corría tomando de la mano a su hija, y créanme él en serio no sabía correr. 

Bueno. No siempre corro, pero me gusta, me gusta cuando llueve y llevo puestos mis zapatos deportivos, me hacen sentir… no sé, diferente a como me siento normalmente, supongo. 

Las gotas comienzan a mojarme la ropa y yo comienzo a andar cada vez más rápido, cada vez más y más rápido; hasta que mis pies apenas rozan el suelo, o es así como lo siento. 

La distancia desde la parada del autobús hasta mi casa, se me hace corta... yo quiero seguir corriendo. Quiero seguir siendo libre, y rápida, y fugaz, y todo lo que no he sido durante el día, la semana, el año, la vida. 

Quiero ser  yo. 

Si tu haz corrido bajo la tormenta, atravesado el umbral de tu casa goteando, agitada, con ganas de reír aunque no tenga sentido...

"A ti también la tempestad te ha purificado"


*****

¡hola! ¡cuánto tiempo! No espero que piensen que los insultos me asustaron, no, que va, ya estoy grandecita. Además fue muy divertido,"El príncipe de Dinamarca" es... sí, nada más y nada menos que Hamlet. Un personaje que yo creé parecido a uno de mis ex-novios, pero personaje al fin.  Tomé el nombre que le da William Shakespeare, pero ¿por qué tanta preocupación? Es sólo una historia, mi historia, para burlarme un poquito de un libro. En fin, me estoy alargando con esto, tenía exámenes y estaba ocupada intentando pasar Filosofía y Filosofía de la vida; mi idea para hacer el blog más cúl y creativo sigue en proceso, pero va un poco más lenteja. Lo bueno es que las vacaciones se acerca, sueño con la playa, dios mio.

una mandarina que habla
¡3 meses!





miércoles, 12 de marzo de 2014

Y por eso te dejé


Aquí está, o aquí estaría  lo que quedó de la rama que hicimos para el concurso en diciembre del 2011. Pero ahora se encuentra en la basura, como todo lo que me diste en un año y tres meses de relación.
Así nos conocimos, yo estaba loca por alguien más, ese “alguien más” al que le daba pena que nos vieran juntos en público, pero me besaba en privado. Ese “alguien más” que me decía que tan pronto como se diera la ocasión seríamos novios oficiales y le publicaba, al mismo tiempo, corazones a otra chica. Pero esa es otra historia… también lejana y vacía como esta,
Llevaba una blusa negra que tapaba mis kilos de más, grande, ancha y con un gato al frente “I Hate Mondays” decía, pero era sábado.  Utilizaba un gorro gris, un gorro gris que también tiene una historia, a la que algún día le haré justicia. Estaba en un equipo para el concurso de ramas de la increíble y fabulosa “Delfines Marching Band”, con gente que apenas conocía de vista, entre ellos tú, mi Príncipe de Dinamarca. Sostenías la rama entre las manos, la rama que le habían cortado a un árbol detrás de la escuela improvisada y grotescamente; yo le colgaba cosas, listones, esferas, todo lo que tenía a mi alcance. Lo primero que recuerdo haberte dicho fue:
“Nuestra rama está bien culera”
Después me dirías que desde ese momento te enamoraste de mí, lo escuché saliendo de tus labios, “desde ese momento me enamoré de ti”
Pero yo no me enamoré de ti, hasta mucho después.
Hasta que “alguien más” se olvidó por completo de mí y empezó a pasear a la nueva chica frente a todos, como nunca lo hizo conmigo, hasta que mi mamá me convenció el catorce de febrero para salir con “el príncipe de Dinamarca”. Contigo.
 “Date la oportunidad, sal con él, ándale”
Creo que siempre se arrepintió, porque ese fue el final de nuestros días felices.
Fuimos al cine a ver la dama de negro, el estreno de la cartelera, no recuerdo mucho de la película, tampoco recuerdo mucho de la plática, sólo que mencioné a muchos de mis exs y tu también, leí en una revista que eso no se hace en la primera cita, pero aún así lo hicimos. Hacíamos lo que queríamos, como siempre.
Y lo que nunca olvidaré, nunca, nunca, nunca.
“¿de qué color son tus ojos?”
Y entonces te inclinaste para besarme y yo me hice para atrás, había besado a muchos chicos en las salas del cine antes, no tenía por qué tener miedo, pero en ese momento me asusté.  Vi algo en tus ojos, como si el verde agua se convirtiera en hielo y luego se derritiera, todo en un instante.  Te  diste cuenta de mi rechazo y te alejaste, miré para otro lado, recuperé mi valor y te besé.
El resto de la película se escapó entre tus besos y abrazos, entre la forma en que me tomabas de la mano, en el latido de tu corazón que escuché al recargarme en tu pecho.
Aquí estaría el ramo de flores de colores que me regalaste una vez, aquí estaría el disco de Hands All Over y la botella vacía del perfume de mi cumpleaños, la sudadera azul demasiado grande para mí, la sudadera azul que justo ayer le regalé a una mujer en la calle, aquí estarían todo eso. Pero no está, tu ya no estás y yo tampoco.

Sólo algunos recuerdos demasiado vagos como para ordenarlos.
Me pediste que fuera tu novia, me hablaste por el chat un martes ¿o era jueves?  Diciendo que llegara temprano al ensayo, pero llegué tarde, aún así insististe en que diéramos una vuelta, y yo no me negué.  No tenía voz, literal, una infección en la garganta me había dejado ronca, aún así, respondí que sí, que sí quería ser tu novia. La primera vez que salimos después eso, llovía y corríamos entre las casas detrás de la escuela, y nos besábamos, y reíamos, y tocábamos los timbres, y echaba mi cabello hacía atrás y tú me besabas el cuello y decías que me querías.
Aquella otra vez cuando te tomé de la mano terminando un ensayo y corrimos hasta donde la calle hacía una curva y los árboles nos cubrían de los ojos ajenos, ese día nos besamos llenos de ansiedad, sedientos de quien sabe qué, mientras nuestras manos recorrían los cuerpos del otro.
Cuando fuiste tú el que me llevó de la mano, con los ojos llenos de lágrimas, diciendo que eras feliz, feliz, feliz por un sueño que después no se cumplió, porque te fallaron, como te fallé yo.
“Somos una sola persona”
“Somos una sola persona”
“Fuimos una sola persona”

Y luego, las peleas.
Esas peleas de las que nunca he hablado con alguien y nadie excepto tú las conoce. Hasta ahora.
Aquella vez que dije que me gustaba el chico asiático de la película, te lo dije en broma y aún así te molestaste, yo te rogué que me perdonarás y luego te insulté, te insulté hasta que hiciste lo mismo, y luego me fui, te dejé en el cine a la mitad de la película. O aquella otra vez, cuando grité en el puesto de las hamburguesas, ni siquiera sé como empezó, no sé como era que peleábamos tanto, pero lo hacíamos. La vez que terminé contigo, aunque me esperaste durante dos horas, la siguiente vez que terminé contigo porque no me prestabas la atención que quería.. la vez que te grité que dejarás de burlarte de mis amigos, y  fuiste tú quien terminó conmigo. Todas las veces que te llamé pobre, empleaducho, idiota, tonto, todas las veces que te hice sentir que no estabas a mi nivel a propósito; lo siento. Y sobre todo lo siento, que las cosas hayan terminado como terminaron, que yo haya tenido que enamorarme de alguien más para tener el valor de dejarte. 
y esas son las razones por las que te dejé, pinche culero.
Porque no soy igual que tú. Porque incluso cuando te dejé, estaba pensando primero en ti, en lugar de en mí.
Sé que quien eres ahora, ya no es el Príncipe de Dinamarca que me pertenecía, o eso espero.

Una mandarina que habla


domingo, 9 de marzo de 2014

if I were you...

La clase seguía, la clase seguía aunque la campana ya había sonado.
Sonó hace´... -sacas tu celular de la bolsa para comprobarlo- hace como diez minutos y la pequeña mujer continuaba hablando, hablando, hablando, y tu no entiendes nada, no sabes de qué demonios habla, así que comienzas a escribir tonterías en tu libreta: tu nombre, tu nombre una y otra vez hasta que llenas la página.
Una idea extraña llega a tu mente, una idea verdaderamente extraña-
y... ¿si fueras tú?
Sueltas el lapicero y te dejas caer en la silla, dejando la mirada fija en el pizarrón, la boca un poco abierta quizá.
¿y si fueras tú?
Imaginas que es tu nombre el que todos repiten en tono de burla; que levantan tu libros en el aire. Puedes ver la escena en tu cabeza:
-No es mío, maldita sea, el libro no es mío, devuélvemelo. -Gritarías
Ellos ríen, ríen, ríen y ríen. Ríen cuando hablas en clase y ríen cuando pones un pie en el pasillo.
Conocen tus defectos, aquellas cosas que precisamente no te gustan, nunca te han gustado y te las recuerdan, ¿por qué diablos lo hacen?
Tú, inevitablemente tratarás de agradarles, cada vez más te preocuparás por ellos, por lo que dicen de ti.
La clase termina, al fin, todos comienzan a salir y se te antoja el aire fresco, contrario a la atmósfera sofocante de la habitación.
Una chica, la conoces, todos la conocen un poco, ha estado con la mayoría de los chicos de la escuela, te golpea al intentar entrar, sabes que no lo hizo deliberadamente e incluso, apenas te hizo perder el equilibrio durante unos segundos.
-Gorda, dices.
Así, sin dudarlo, fuerte y claro. Ella te mira y sigue su camino.
No te responde
Nadie nunca te responde
y nadie, tampoco, se burla de chicas como tú.


****
¡holaaaaaaaaaa! buenos días, tardes, noches o lo que sea en este momento mientras me leen, sé que he estado desaparecida y que, prácticamente cada fin de semana vengo aquí a decirles que es la última vez que lo hago, que no volverá a suceder y cosas así, que estoy motivada. El caso es que cada fin de semana me siento "motivada" tengo muchos planes y cosas de ese estilo, pero conforme va pasando la semana y con tooooodo el tiempo que paso sola, mi cama se vuelve apetecible y es casi un pecado dejarla intacta, se los juro, duermo al menos unas doce horas al día. Intentaré, lo prometo, que no vuelva a suceder, en especial porque tengo exámenes, pero confío en poder administrar bien mi tiempo (y esas cosas en las que confío cada fin de semana) pero esta vez tengo una intuición (y las intuiciones o no se tienen o no se tienen) 

Hablando de esas cosas, jocelyn y yo estamos haciendo nuestra propia versión de "y por eso rompimos" la de ella la publiqué en la semana, Aquí Aquí Aquí Da Click Aquí , por favor comenten y esas cosas.

Una mandarina q
ue habla



Dios, estoy enamorada.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Y por eso me dejaste, pinche culero.

Diría que todo comenzó el día en que me besaste por sorpresa, pero la  verdad es que fue antes, el día que me llamaste por primera vez. Esa llamada me hizo dormir con una sonrisa en los labios, lo juro.
Y la primera vez que salimos hiciste que todo fuera tan perfecto.
Estaba con mis amigos; te encontré casualmente afuera del Burger King sentado, tan estúpidamente lindo.
Caminamos lentamente, hablando y bromeando, tropezando. Luego llegamos al lugar perfecto, nos sentamos, y seguimos hablando  de cosas que ya no puedo recuerdar, escuchamos música en tu ipod...
Después, por una extraña razón, intentaste meter tu dedo en mi zapato y yo me alejaba, después de jugar como niños, terminaste tomando mis dos muñecas e intentaste besarme, yo me di la vuelta y me levanté. Y no lo hice porque no te quisiera besar, fue sólo que no estaba lista para un primer beso. Y tú lo entendiste. Y volviste a intentarlo, miles de veces.

Baile. Risas. Fotos.

Ese día tenía que cuidar a mis hermanas y estando contigo terminé olvidándome de ellas, hasta que una llamada me hizo regresar en sí. Nos levantamos, pero antes de salir de ese lugar perfecto me besaste y te besé.

Tú no te diste cuenta, pero abrí los ojos y vi nuestra silueta en el suelo, eres lo mejor que me había pasado. Mejor dicho: eras.

Tomé tu mano y caminamos. Hicimos muchas paradas, me besabas y te besaba.
Ese mismo día, continuamos hablando por chat y me dijiste tantas cosas y yo las creí todas.
Al día siguiente, desperté y para serte sincera, estaba muy nerviosa de ir a la escuela y verte. No sabía qué hacer o decir. Tú parecías más tranquilo.
Llegué como todos los días, me senté en mi lugar y comencé a platicar con Nicole. Fuiste a verme y me besaste. Después de eso, estuvimos la mayor parte del día juntos, sentados junto al escritorio. Me preguntaste que si quería intentarlo, dije que sí.
Durante las pocas semanas que puedo decir que fueron "nuestras", te quise tanto.
Aquel día en el que me besaste en medio de todos cuando el subdirector dijo que podíamos salir temprano a causa de un temblor, te quise tanto.
Y el día que fingimos casarnos en un parque, con tan solo una niña pequeña de testigo. Ese día te quise aún más.
Y el día que me llevaste a tu casa, ese día que lo fue todo y nada a la vez. 
Me mentiste, dijiste que ya no querías estar más conmigo, luego sonreíste y dijiste que era una broma. Yo salí corriendo diciéndote que te fueras a la chingada. Corriste, me abrazaste y me besaste.
Y te quise otro poco más.
Aquel día no me llamaste por la noche, al otro día yo te llamé. Salimos a caminar y me preguntaste por qué me había "clavado" tanto contigo en tan poco tiempo. Fingí no odiarte, pero la verdad es que te odié tanto en ese momento.
La siguiente semana fue la peor, en la escuela apenas y me hablabas, ya no me acompañabas a tomar el autobús, todo se había ido.Pasó tan rápido. 
El último día de escuela antes de salir de vacaciones dijiste que te irías conmigo saliendo.
Caminamos. Llovía. Me detuviste a mitad del camino. Dijiste que ya no querías estar conmigo. Me diste un beso en la frente. Te fuiste.
 Y yo te seguí queriendo, tanto. Como si nunca me hubieras dado ese último beso en  la frente. Te seguí mandando mensajes, me seguiste respondiendo. Te dije que saliéramos la siguiente semana, salimos.

Ese día... fue el comienzo de mi vida loca y desenfrenada a tu lado, me enseñaste a fumar y me volviste a besar, no fue un beso como los otros, fue algo más violento. Tú te arrepentiste y yo ya no pensaba en nada más que estar contigo.
Por un momento creí -así de tonta fui- que todo volvería a la normalidad, que podía llegar como si nada y darte un beso. No fue así. Actuaste como si nada hubiera pasado, parecía que ni siquiera sabías mi nombre, fuiste tan idiota.
Seguí dejándote llamadas perdidas, tú siempre me las devolvías. Y así hiciste que mis sábados fueran tuyos, y que tus sábados fueran míos.
Fue esa barda, en donde nos reuníamos cada sábado. Durante la feria del libro, bailábamos con la orquesta de salsa, y nos besábamos. A veces fumábamos. Y te seguía queriendo tanto.
Nunca hablábamos en la escuela.
Para serte sincera, tenía esperanza de que en uno de esos días, me pedirías que regresara contigo,en especial ese día en el que me preguntaste que si me seguías gustando, yo dije que tal vez. Me seguías gustando, te seguía queriendo.
Mis sábados eran mejores cuando estaba contigo y más cuando llovía, me gustaba que estuvieras conmigo en los días de lluvia. Me gustaba que me tomaras fotos, aunque siempre dije lo contrario.
 Me terminaste tres veces, aunque no fuéramos nada. Siempre decías que era la última vez, pero al día siguiente volvía a llamar y te volvía  ver. Y me volvías a besar.

Hasta que yo hablé. Hasta que perdí el último  trozo de mi esperanza de volver y me di cuenta de que tú no me querías. Y yo te quería demasiado


Y por eso te dejé, por pinch... Bueno, en realidad tú me dejaste, por pinche culero.


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No puedo estar más que eternamente agradecida por este maravilloso texto que me envío una de mis mejores amigas: Jocelyn. Aquí estamos las dos, cumpliendo lo que alguna vez prometimos, nuestra versión de "y por eso rompimos" ¡Esperen la mía! a menos que estén demasiado hartas de escuchar sobre el Príncipe de Dinamarca.

Una mandarina que habla
¿he amado yo antes?
¡ojos, negadlo! 
Jamás conocí la belleza hasta ahora
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