Nunca has descubierto
el mecanismo que prevé la acción de las cosas, aquel momento cuando te
despiertas y todo se siente de la misma forma que antes, excepto una cosa, un
mínimo detalle imperceptible que desencadena una sucesión de hechos con la
exactitud precisa para cambiar tu día.
En el suelo blanco
difusas manchas oscuras ejecutan un complicado baile, se estiran y desaparecen,
recargada en el barandal empiezas a sentir el peso de tu ropa empapada de sudor
y pegada a la piel, diriges la mirada hacia un lado, te lleva varios segundos
enfocar las siluetas de los jugadores de voleibol, saltando y haciendo chocar
la pelota contra la red con cansancio.
Conversaciones
mezcladas llegan a tus oídos, es difícil distinguir quien habla con quien, hace
tanto calor que no puedes prestar verdadera atención, perezosa eres incapaz de
moverte, cuando un delicado soplo de aire pega tus cabellos a tu frente,
agitándolos y trayendo consigo una frescura lejana.
Más tarde entre el
ruidoso sonido del ventilador te dedicas a trazar finas formas a lápiz,
dedicándole largos minutos a definir contornos. Cuando estas por terminar te
acercas las puntas de los dedos a los ojos, admirando el suave color del
grafito contra tu piel. Todos se mueven confusos en el salón demasiado pequeño,
las caras están teñidas de rojo y contorsionadas en gestos de aburrimiento. Te limpias las pequeñas
gotitas que escurren por tu cuello y sigues completando tu trabajo, difuminando
las sombras y soñando con la textura acaramelada de un helado frío.
El viento vuelve a
soplar tranquilo entre las hojas de árboles, caminas hacía el parque, el
transito fluye lento, acompañado del pitido de los claxon. Nick se encuentra
junto a ti, balancea las manos al moverse, después de casi un año sin pasar
tiempo juntos tienes tantas cosas que contarle que las palabras parecen salir
demasiado lento, se te traba la lengua constantemente, él te sonríe y asiente
con la cabeza, es extraño que se haya ofrecido para acompañarte, está cambiado,
ahora usa lentes, mientras todo a nuestro alrededor permanece intacto, las
tiendas, los vendedores ambulantes, el olor de la pizza de la esquina, incluso
tú, con el cabello largo despeinado.
Después de atravesar la
calle distingues una figura conocida sentada en una de las orillas, Zazil está ahí,
ajena al bullicio del alrededor y tecleando rápidamente en su celular.
Una vez que te sientas
a su lado una pequeña niña te empuja al correr hacia los brazos de su abuela,
haciendo que las palomas vuelen en tu dirección y luego más allá, al cielo.
-Estoy esperando a
José-Dice Zazil acomodándose los lentes en el puente de la nariz-quedamos de
vernos aquí a la una.
-¿quieres que nos
vayamos?- le preguntas a Nick nerviosa después de unos minutos, se hace tarde y
tienes que regresar a casa, él niega con la cabeza y señala a tu amiga, quien
se tensa a tu lado, sientes su mano apretando con fuerza la tuya.
Ninguno de los tres lo
vio venir, absortos en nuestros propios pensamientos. Tiene el cabello corto,
casi rapado, la mirada penetrante, de pequeños ojos negros, se acomoda la bolsa
estilo Oaxaca a un lado y vuelve a colocar la navaja firmemente contra el estómago
de Zazil, pasados unos momentos de duda le entregas tu poco dinero con manos
temblorosas.
Intentas permanecer
tranquila, pero tu mente trabaja demasiado deprisa, tu corazón bombea detrás de
los oídos, el chico sigue hablando pero no puedes escuchar nada. Nick parece
calmado, pero dudas mucho que pueda solo contra él o que este contemplando esa
posibilidad. A tu alrededor nadie se ha percatado de la escena, parece que
charlan con un viejo amigo que se han encontrado en un parque común y
corriente, sin prisa ni miedos.
La situación es
distinta y tus dedos se ponen morados rodeados por los de zazil, está demasiado
asustada. Cuando le pide a tu amiga que le entregue su celular te das cuenta de
que ha ido demasiado lejos, ella se acerca más a ti y entre balbuceos se niega.
De forma casi mecánica,
incluso sin pensarlo te giras lentamente para guardar el tuyo dentro de bolsa,
intentas buscar ayuda con los ojos, cualquier persona que vea que un detalle
imperceptible ha desencadenado un asalto, quizá todo cambió cuando decidiste no
irte y pintar dentro del salón o cuando Nick te vio marchar sola y decidió
acompañarte, pudo ser cualquier cosa. Una chica escucha música con sus
audífonos a todo volumen y los estudiantes pasan de un lado a otro, pero
ninguno es conocido, nadie se da cuenta.
Cuando vuelvo a mirar,
le arrebata el teléfono a zazil, un golpe de adrenalina se dispara y Nick lo
toma de la mochila, la navaja sale disparada en todas direcciones y luego él corre calle arriba.
Una mandarina que habla
Escribes genial, en serio. Sinceramente no soy buena dejando comentarios muy largos, pero te digo que desde el inicio me ha atrapado este relato.
ResponderEliminarEspero pder leer más!
te sigo <3
besos
hola! muchas muchas gracias, que bueno que te ha gustado y todo! espero igual verte seguido por aquí.
EliminarTu forma de escribir, Mandy, eso sí es perfecto.
ResponderEliminarNo entiendo que me digas que yo escribo bien si tu lo haces mil veces mejor, sigue así y no te desanimes si tienes pocos seguidores porque todo llega :3
Besos, Amanda.
amanda, me sacaste una sonrisa enorme y un montón de ilusión, muchas gracias :) (sé que tú escribes mejor) pero que pienses eso de mi, es un honor. :D
Eliminar¡gracias por todo!
Mandy, vi esto en twitter y me vine a leerlo.
ResponderEliminarMe gusta mucho como escribes, tienes muy buena redacción y si sigues así, no dudo las cosas tan maravillosas que harás luego.
Pero, si te soy sincera, no me gusto la historia, la verdad. No sé, la trama es muy... Es decir que se conozcan de la nada y el tipo la siga y demás, no siento que pase en la vida real, no siento que sea una historia original no me causa nada. Pero bueno, esa es muy mi opinión, de cualquier manera redactas precioso y de verdad espero que este comentario lo tomes bien, no quiero ofenderte ni nada. Muchos saludos y espero que sigas escribiendo.